jueves, 8 de marzo de 2012

"MARY CELESTE"


Barcos Fantasma

EL MISTERIO DEL “MARY CELESTE


Es un hecho relativamente frecuente en la historia de la navegación que desaparezcan barcos con su tripulación sin que se halle rastro ni de unos ni de otros, véase el caso del “Castillo Montjuich” o mas recientemente el pesquero “Montrove”por referirnos a casos recientes de barcos españoles. En el primer caso podemos aventurar, con poco margen para equivocarnos, que un cúmulo de circunstancias, todas ellas conocidas, provocaron el hundimiento del barco sin tiempo ni a pedir socorro.
El segundo caso lo envuelve el misterio, aunque parece lógico pensar que el barco también naufragase sin tiempo a nada, pero salvo el tiempo transcurrido sin saber nada de el, carecemos de cualquier otro indicio que nos permita aventurar que así ha sido.
El caso del “Mary Celeste” como otros, es bien distinto, pues el barco aparece sin tripulación y sin nada que nos haga entrever cual fue la causa de su abandono.
En 1872, la embarcación Mary Celeste fue hallada navegando a la deriva. La comida estaba servida y los botes salvavidas en su lugar, pero la tripulación había desaparecido inexplicablemente. Muchas han sido las teorías que se han lanzado acerca de este misterio que aún hoy en día sigue sin poder ser explicado.
El caso de un barco que aparece inexplicablemente vacío de vida, no es algo que solo pertenezca a la historia negra del Mary Celeste, ya que muchos otros barcos y navíos han sido los que han sufrido éste hecho. A lo largo dela historia marítima, no es extraño encontrarnos con este tipo de enigmas, naves en perfecto estado abandonadas sin razón aparente por la tripulación que parecen haberse desvanecido para siempre. Ejemplo de esto tenemos al barco francés Rosalie , que apareció en 1840con sus velas izadas y todo su cargamento, sin nada que evidenciara la suerte de sus ocupantes. Diez años más tarde fue hallado cerca de Newport (EE.UU.) el Seabird , con sólo un perro a bordo y con sus instrumentos de navegación funcionando. En 1883 sucedió algo similar con la goleta J.C. Cousins , que encalla frente a las costas de Oregon. En su interior no había marineros, pero la mesa estaba puesta y la cocina caliente. Y la lista sigue, pero el caso que nos ocupa en este artículo es el del Mary Celeste.
La goleta inglesa Dei Gratia navegaba a unas 600 millas de las costas portuguesas, el 5 de diciembre de 1872 cuando avista un barco que llamó poderosamente la atención de su capitán porque con las velas desplegadas, iba zigzagueando. Intenta comunicarse con su tripulación, pero al no recibir respuesta y no ver a bordo a persona alguna, ordena a tres marineros que o aborden. La misteriosa nave era el Mary Celeste, cuya tripulación desapareció inexplicablemente dejando todo intacto en su interior: la pipa del capitán todavía humeaba, la carga de 1.700 toneladas de alcohol estaba completa, la cocina prendida y la comida en la mesa. Los botes salvavidas, libros, cartas, dinero y un medallón de oro también permanecían en su lugar. Éste fue el más llamativo de los sucesos ocurridos, aunque no el primero, de una larga lista de acaecimientos, que forjaron su leyenda negra.
  
La historia del Mary Celeste comienza con su construcción en el año 1860, en los astilleros de Joshua Dewis, situados en Spencer's Island, Nueva Escocia (Canadá), era un bergantín de 31 metros de eslora y 282 TRB. Primer barco de un consorcio de constructores navales, en un principio fue bautizado con el nombre de Amazon, y fue botado en 1861. El primer capitán de esta embarcación fue el escocés Robert McLellan, que cayó enfermo y murió poco después de asumir el mando.
En el primer viaje del Amazon, el barco sufrió su primer percance al topar con una encañizada de pesca cerca de Maine. Los daños sufridos en el casco obligaron a que le la embarcación tuviera que volver a los astilleros. Casualmente, un incendio se originó donde estaba siendo reparado el barco, hecho que le costo el puesto al segundo de sus capitanes, John Nutting Parker.
Cuando todo estuvo preparado, el Amazon cruzó por primera vez el Atlántico sin problemas, hasta que llegó al estrecho de Dover, donde chocó con un bergantín. Éste se hundió y el Amazon tuvo que ser reparado de nuevo, lo que causó que su tercer capitán marchase en busca de otro puesto. Después de las reparaciones y del nombramiento de otro capitán, el Amazon volvió a América y, acto seguido encalló cerca de Cow Bay, en la isla de Cape Breton (Nueva Escocia).
A partir de este momento, la historia del Amazon toma otro camino. Fue sacado del entorno rocoso en el que se encontraba, y vendido varias veces. Muchos de los negocios de sus propietarios quebraron sin obtener beneficio alguno. Al final, un consorcio de armadores de Nueva York llamado “ J. H. Winchester & Co.” se hizo cargo del barco. Es necesario decir, que cuando esta compañía se hizo con el Amazon, éste ya no presentaba el aspecto original, ya que tras sus numerosas reparaciones, el navío había sido agrandado y llevaba los colores de EEUU. Por si esto fuera poco, el nombre del barco también cambio, y pasó a llamarse Mary Celeste. Una nueva tripulación al mando del Capitán Benjamin Briggs, al que acompañaban su esposa y su hija de 2 años, se hizo cargo del barco.

El sábado 2 de Noviembre de 1872 en Nueva York, la tripulación subió a bordo. La carga de 1.701 barriles de alcohol desnaturalizado, fue asegurada en las bodegas barco. El destino de la carga era la de Génova (Italia). A primera hora del 5 de noviembre el Mary Celeste fue remolcado desde el muelle 44 hasta la bahía de Staten Island, Nueva York. El Atlántico estaba muy tormentoso para la época, y Briggs tuvo que echar el ancla durante dos días antes de zarpar. El 7 de noviembre fue el día en el que la tripulación y el navío zarparon rumbo a Europa.
Un mes después, exactamente el 5 de diciembre, hacia las tres de la tarde, la tripulación del Dei Gratia, un barco que navegaba desde Nueva York hasta Gibraltar, avistó el bergantín cerca de las Azores. El capitán de este barco, David Reed Morehouse, conocía a Briggs, por lo que, cuando estuvieron los dos barcos lo suficientemente cerca y leyó el nombre, se temió lo peor, ya que de inmediato se dio cuenta de que no había nadie en cubierta. El capitán mandó a algunos de sus hombres al Mary Celeste, para registrarlo y ayudar si fuese necesario. El 1er.Oficial acompañado de dos marineros remaron hasta el Mary Celeste, y mientras un marinero permanecía en el bote los otros subieron a bordo.



     Durante la hora siguiente, revisaron el Mary Celeste de proa a popa. Los botes estaban sin arriar, en el sollado de la marinería, en el interior de la embarcación, no había nadie. La vela de estay fue hallada en la zona de proa, pero el trinquete y el trinquete superior habían volado de las vergas y se habían perdido. El foque, la vela de estay del palo mayor y la gavia inferior estaban izadas. El resto de las velas estaban plegadas. Algunas jarcias estaban enmarañadas, otras habían sido arrancadas por el viento y colgaban destrozadas. El timón giraba libremente, y la bitácora había sido golpeada y estaba rota. La escotilla principal estaba cubierta por un encerado y sujeta, pero algunos de los encerados habían sido retirados y fueron hallados cerca de las escotillas. La cocina estaba vacía, en el suelo el agua alcanzaba una altura inferior a los 30 cm, y las provisiones para seis meses apenas se habían estropeado y había abundante agua dulce.
El 1er.Oficial se sorprendió aún más al hallar en la cocina, sobre un fogón todavía caliente, una cacerola conteniendo un pollo recién cocido y unas tazas de té aún tibio descansando en la mesa central. Las calas desiertas pero con mil setecientas barricas de alcohol y víveres. Los camarotes estaban intactos sin que nada indicara que faltaba cosa alguna. Deveau encontró muebles, cartas, libros, prendas de vestir y hasta una pequeña cantidad de dinero, alhajas y un pequeño medallón de oro. En el sollado de proa, reservado a la tripulación, todo estaba en su sitio: los encerados de los marineros, sus sacos, sus botas, e incluso unas cuantas pipas y ropa tendida en unas cuerdas. Todo estaba intacto y nada indicaba que se hubiera producido un motín.
 En pocas palabras, los dos marineros del Dei Gratia se dieron cuenta que el Mary Celeste estaba en mejores condiciones que muchos de los barcos que cruzaban regularmente el Atlántico, y pese a algunos signos que indicaban que el barco había soportado recientemente una tormenta, resultaba inexplicable que su tripulación lo hubiese abandonado por capricho.
En la mesa del camarote del capitán Briggs, el Oficial encontró el diario provisional de a bordo. Decía: «Lunes 25. A las 5 llegamos a la isla de St Mary, en dirección ESE. A las 8, la punta este estaba al SSO, a 3 km de distancia.» En el camarote del primer oficial, encontró un mapa que mostraba el rumbo del barco hasta el 24 de noviembre.
En el barco no se encontraron el cronómetro, el sextante, el libro de navegación , ni tampoco una pequeña yola o bote que había estado amarrada a la escotilla principal. Un trozo de barandilla había sido arrancado para lanzar el bote al agua. Esto, por lo menos, aclaraba la forma en que había desaparecido la tripulación: había abandonado el barco. Pero, ¿por qué? ¿Qué razones pudo tener un marino experimentado como Benjamin Spooner Briggs para abandonar un barco en perfectas condiciones metiendo a su mujer y a su hijita, con los siete miembros de la tripulación, en un bote pequeño y poco estable? Abandonar un barco es una medida desesperada, algo que sólo se hace cuando no hay otra alternativa; sin embargo, como declaró después uno de los tripulantes del Dei Gratia, el Mary Celeste estaba en condiciones de dar la vuelta al mundo. Entonces, ¿por qué fue abandonado?
    El capitán Moorhouse fue informado inmediatamente sobre el suceso y sólo le cupo pensar que la infeliz tripulación había sido víctima de una enfebrecida tormenta.El 1er.Oficial, contradijo inmediatamente esta teoría: había encontrado una máquina de coser y sobre ella un frasco de aceite que difícilmente hubiese aguantado ahí de haber sufrido un fuerte oleaje. El capitán miró a su segundo. En su rostro se reflejó la perplejidad.
Según las leyes marítimas internacionales, quien salva un barco abandonado tiene derecho a un porcentaje del valor del barco y su cargamento. Generalmente, esos barcos se han hundido, pero el Mary Celeste, que estaba a flote, y su carga valían una suma importante, y sus salvadores podían esperar unos 80.000 dólares. Al capitán Morehouse no le consumía la avaricia, como han sugerido testimonios posteriores, y de hecho se resistía a reclamar la recompensa por el Mary Celeste. No le sobraban los hombres, y el formar una nueva tripulación para el Mary Celeste implicaba que ambos barcos quedarían desprovistos en caso de emergencia. Pero el 1er.Oficial terminó por convencerle y el capitán Moorhouse decidió finalmente llevarse consigo el bergantín fantasma a Gibraltar, y allí, tratar de dar explicación a éste misterio.
Al 1er.Oficial y a dos marineros, sólo les llevó dos días poner en orden al Mary Celeste, y después los dos barcos pusieron rumbo a Gibraltar. El Dei Gratia llegó el 12 de diciembre y el Mary Celeste a la mañana siguiente.
A pesar de los muchos interrogatorios, investigaciones y teorías desplegadas por el tribunal del Almirantazgo, no se logró llegar a ninguna conclusión sobre el misterio del Mary Celeste.
Este mismo tribunal concedió al capitán y tripulantes del Dei Gratia, una recompensa de 1.700 Libras esterlinas, una cantidad ridícula si nos atenemos a las expectativas teniendo en cuenta el valor del buque y carga salvados.

Es posible que el doctor Cobb, sobrino del desaparecido capitán Briggs, diera con la respuesta en una pequeña obra que publicó en 1940 y cuyo título era “ Rose Cottage” :
Mi explicación es la siguiente: La tarde del 24 de noviembre de 1872 el capitán Briggs, temiendo una explosión del cargamento de alcohol, embarcó a su mujer y a su hija en el bote desalvamento, en compañía del señor Richardson y un marinero. Otro marinero quedó encargado de mantener el bote bien alejado del costado del bergantín. El contramaestre señor Gilling y un tercer marinero desamarraron la driza de pico para utilizarla como remolque. El cuarto marinero se puso al timón. El capitán bajó en busca del cronómetro, el sextante y la documentación del barco. El cocinero reunió víveres para abastecer la pequeña embarcación. Se llevó indudablemente todos los alimentos ya preparados, puesto que no los había en el Mary Celeste cuando el barco fue encontrado.Es posible que entonces se produjese una pequeña explosión, que hizo saltar la escotilla de la bodega y la dejó boca arriba sobre cubierta. Los tripulantes, atemorizados, se apresuraron a evacuar el barco. El hombre que estaba al timón trató de sacar el compás de la bitácora, obedeciendo sin duda órdenes del capitán. Pero sólo consiguió desplazar la bitácora y romper el compás.
Durante ese tiempo, el barco se mantenía en facha, con una brisa que soplaba del sur. Las velas de gavia y la mesana estaban tomadas por avante, con el resultado de que le barco se mantenía casi inmóvil. 
Probablemente el viento no era muy fuerte. La cangreja, que era la vela mayor, estaba probablemente envergada a la botavara. Por lo tanto, la driza de pico se encontraba disponible para servir de cabo de remolque y sin duda fue amarrada en la boza del bote, el cual se alejó a toda prisa del costado del Mary Celeste. Precisamente en aquel instante llegó una racha del norte que, llenando las velas cuadras, hizo avanzar al buque hacia el este. El cabo de remolque se tensó, pues se hallaba sujeto por el otro extremo al chinchorro, pesadamente cargado e inmóvil. Partiendo de su punto de fijación en el cangrejo y pasando por la parte de la empavesada, que había sido quitada para facilitar la maniobra de arriar el bote, la driza se presentó bajo un ángulo agudo a través de un extremo y sin duda se partió, dejando el bote a la deriva a unos 120 metros de distancia.
Incluso con una brisa moderada, el bergantín debió de avanzar más deprisa con sus velas que le bote con sus remos. El capitán Moorhouse decía: "debieron remar como locos en aquella embarcación". Es verdaderamente curioso que, durante tantos años, nadie haya hablado jamás de este empleo evidente que se hizo de la driza de pico.
No pretendo que mi teoría resuelva completamente el misterio, pero sostengo que todos sus puntos reposan sobre hechos comprobados. Un cabo de cordaje, sólo de tres o cinco metros de largo, hubiera podido constituir la clave de todo el enigma.” 
El Mary Celeste fue devuelto a su propietario, y bajo el mando del capitán George W. Blatchford continuó su viaje hasta Génova, donde finalmente entregó su carga. Entonces lo vendió ,se dijo que con una considerable pérdida, y a lo largo de los 12 años siguientes el barco cambió de manos no menos de 17 veces. Ninguno de sus propietarios dijo nunca una buena palabra de él. Anduvo dando bandazos por la costa de los Estados Unidos, perdiendo cargamentos, velas y marineros, encallando e incendiándose con increíble regularidad. Parecía que el Mary Celeste era víctima, desde que fue botado, de una especie de maldición. El Mary Celeste acabó sus días en 1885, cuando su último capitán, G.C Parker, lanzó el bergantín intencionalmente contra los arrecifes Rochelais, cerca de Haití, para cobrar el seguro. Acusado de fraude, Parker murió en extrañas circunstancias antes del juicio.
Mientras tanto, el oleaje fue destrozando poco a poco los pedazos del Mary Celeste







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